Te atreves?

Perdí los sueños cuando el sabor de la noche se coló en la melancolía del recuerdo. Me robaron la ingenuidad del silencio en un suspiro vertido de amargura por un delito que no alcanzo a recordar y que no sé si apenas cometí. Por el brillo de una mirada etérea, regalé sin dudar mi destino; ya no pinto arcoíris de ilusiones que adornen el cielo de un Adiós trémulo de vida.

Hoy rechazo el murmullo de la nostalgia y te adoro en la transparencia de lo secreto, porque de ti quiero aprender a endulzar las caricias del viento.

Ya no persigo sueños rotos, los he cosido con el hilo de tus ojos y me he empeñado en susurrarte verdades al son de acordes aún no inventados. Ofréceme una sonrisa en la posada de tu rostro, aquel en el que tantas veces anhelo naufragar, y si quieres las estrellas vuelco el cielo.

Tu latido, mercenario del miedo más buscado, me ha hecho descender al camino del olvido y fatigada de tanto andar sin encontrarte, por fin vislumbro las desdibujadas huellas de tu sombra acomodando el paisaje de tu cariño. Llenas de luz mi ausencia, de caricias imaginarias me serviré en tu nombre y, aunque me niegues la mirada y ocultes el sentimiento, voy a despuntar el firmamento de colores nacidos para soñarte. Haré que la ternura te llegue entre las olas y seré como la brisa, rozando tus labios. No tengas miedo, puedo hacer de mí un refugio cuando el dolor llegues a sus puertas.

Vagarás en mi pensamiento, recorriendo cada amanecer y harás de tu voz el más bonito y suave de mis pensamientos. De igual manera, trataré de inventar un alfabeto de suspiros en las nubes y, con cada inquietud que derrames en mi alma, teñiré el aire con leves pinceladas de vida que te hablen de mí. Quiero pasear en un cielo sin estrellas junto a ti y, así, tatuar de luz la noche eterna con el pecado de tu compañía, ya que algunas veces, cuando el palpitar inquieto de un deseo se pierde en el vacío de un corazón ahogado de latir, apoyo mi cabeza en el hombro de la Luna y le hablo de esa amante inoportuna llamada Soledad.

No quiero el azul del cielo, me sobra el susurro del mar, no necesito el aroma del tiempo y regalo el sabor de esa bruma que envenena mi voluntad… Sólo me bastan algunos tenues retales de tu mirada para bordar un mundo de sonrisas difuminadas por el calor de tu presencia. Déjame adentrarme en el secreto de esa vida que vives sin convencimiento y te enseñare que a veces sí es Oro lo que junto a ti reluce.

Los dos haremos sendas de quimeras y compartiremos una canción sin palabras donde ahogar la tristeza que te hiciste deshojando recuerdos y desvistiendo el pasado…

Y recuerda... vendrán días en que podremos hacer de la sonrisa una nueva forma de entender la vida.

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